Ha llegado otra semana, y con ello, nuevos estrenos para nuestra cartelera. Y entre todos ellos, el tan anticipado filme en solitario de Venom, uno de los personajes más emblemáticos del universo de Spider-man. A pesar de llegar sin la compañía del arácnido, esta película en solitario de Venom prometía, y es que con Tom Hardy como protagonista no podía salir mal… ¿o sí?
El gran problema de Venom, es que desperdicia gran parte del primer acto en tratar de contarnos una historia de origen donde la trama se revuelve entre explicaciones innecesarias y muy poca acción. Y cuando al fin llega la acción, parece más un filme de Michael Bay que una película de superhéroes moderna.
Y es que ese es el gran pecado de Venom: ser sólo una película de acción, cuando hoy en día las películas del género superhéroe apuestan a mucho más que eso. Porque el estándar con el que medimos a estas películas se ha vuelto más exigente con los años, ya no sólo bastan los choques, peleas y explosiones. Como audiencia, ahora esperamos personajes contradictorios e historias enriquecedoras.
Pero si algo es seguro, es que las explosiones, golpes y colisiones nunca dejan de ser divertidos. Así, Venom al menos garantiza un buen rato de entretención, quizá no durante TODA la película, pero si gran parte. Porque si ver simbiontes alienígenas darse y no consejos no te entretiene, no sé qué lo hará.
Además, Tom Hardy hace lo suyo como Eddie Brock, aportando una buena dosis de comedia y simpatía para el personaje, uno que contrasta sumamente bien con el impulsivo Venom, cuyo diseño está tan cerca como se podía pedir de su fuente original.
Últimamente, Venom es una película que sólo destaca por unas cuantas cosas en un mar de buenas intenciones, lo que no detendrá a muchos de disfrutar de un filme de acción como tantos otros que van y vienen durante el año.
Por José A. Pino
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