Sakutaro y Aki se conocen en la escuela. Ambos viven en una provincia de Japón y su amistad parte como mera casualidad: Los dos son delegados de clase y deben asistir a charlas en común. Entre caminatas a casa y demáses de a poco su gran amistad termina convirtiéndose en algo más. Ambos son adolescentes y no tienen mayores conocimientos en relaciones amorosas, sin embargo, el amor que se tienen el uno al otro trasciende todo, incluso la línea que nosotros conocemos entre la vida y la muerte.
A lo largo del libro Sakutaro da a conocer sus más profundos sentimientos. Un personaje importantísimo dentro de la historia es su abuelo, quien en más de una ocasión lo hace reflexionar a tal punto en que no le queda otra opción más que escucharlo.

Posee una prosa ligera. Te adentras en la historia a tal punto que sientes la necesidad de continuar con la lectura porque realmente quieres saber como va a continuar Sakutaru. Sin embargo no quieres que el libro en sí acabe.
Kyoichi Katayama tiene una forma tan tierna y a la vez tan simple de describir las emociones, situaciones, vivencias de los dos chicos que terminas encariñándote con ellos y se agradece que sea una “novela juvenil” pero no como las que estamos acostumbrados a leer.
Tiene muchos saltos temporales, pero no es como que te vayas a perder entre un capitulo y otro. Si piensas que podría ser una historia un tanto trillada, no, no lo es. La forma de relatar hechos fuertes y de terminar tratando a la muerte como una forma más, en la cual te reencontraras con quien ya estabas destinado a estar o que ya venía predestinado a formar parte de esto, que llamamos “vida” no hace más que enamorarte de la historia y pensar que de hecho, dentro de nuestra vida misma las muertes no son solo físicas.
Por Grace Aravena