Jumanji es considerado casi un clásico de los 90. No por gozar de una grandiosa calidad, pero es un producto de entretenimiento muy logrado, con momentos memorables por la diversión de una idea bien aprovechada, y en gran medida gracias a Robin Williams. Él solía ser el alma de estas películas, y costaba imaginar una secuela sin su presencia. En otro intento por sacarle el jugo a una marca que vende, el temor se hizo realidad al dar luz verde a la continuación que parecía que nunca iba a llegar, y de la mano de “The Rock” en el rol protagónico era otra señal de alarma en torno a la calidad que podría entregar. El cine actual ya no es el de antes, y hay muchos efectos que ya no son repetibles. Películas como Zathura (2005) fue el acercamiento funcional a la misma idea, no con el mismo resultado, pero sí tenía una frescura particular por llevar el juego al espacio. En contraste, el día de hoy se ha optado por dar una vuelta de tuerca algo mayor, y podemos olvidarnos del típico tablero con los dados, la era digital ha llegado.
Está dirigida por Jake Kasdan, y la historia comienza muy cerca del final de la anterior. Un adolescente encuentra el juego y termina siendo transportado hacia la selva de Jumanji, por lo que es dado por muerto. Años después, el juego es encontrado por otro grupo de colegiales, y esta vez todos terminan en Jumanji pero con una misión clara, completar los niveles como si de un videojuego se tratase, y encarnando a distintos personajes con habilidades únicas. Ellos deberán aprender a complementarse y a cuidar su número de vidas para sobrevivir y volver al mundo real, y por supuesto que el otro chico desaparecido tiene un papel en esa historia.
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