Hace mucho tiempo que no disfrutábamos de una buena película con el juego de cartas por excelencia como parte fundamental del argumento: el póker. Aunque Molly’s Game no es una película fundamentada estrictamente en el póker, como pueden ser Rounders o El rey del juego (The Cincinnati Kid), los naipes tienen un papel fundamental en el film y, creedme, estamos frente a un notable alto.
Que su director sea Aaron Sorkin, guionista de películas como Moneyball, Steve Jobs o La red social y de series como The Newsroom o El ala oeste de la Casa Blanca, ya indicaba que podíamos estar, de nuevo y por fin, frente a una buena película en la que el póker tiene un papel crucial; y es que Sorkin ha sido ampliamente alabado por periodistas y críticos.
Buena muestra de ello es que Molly’s Game es una película de larga duración, unas dos horas y veinte minutos que, sin embargo, se hacen cortas para el espectador gracias a la habilidad de Sorkin a la hora de tenernos pegados a la pantalla. El director hace que, además de entretenida, tengamos que usar un poco nuestro cerebro a la hora de seguir la trama.
Jessica Chastain, que interpreta a Molly Bloom, una mujer real que organizó partidas de póker de lo más exclusivas, en las que participaban estrellas de cine, empresarios de diferentes nacionalidades o deportistas de renombre, hace un gran papel. Resulta incuestionable que Chastain es la protagonista absoluta del film y, además, se encarga de dejar el pabellón muy alto. De hecho, pese a ser una actriz consagrada, muchos críticos creen que nunca se había lucido hasta este punto.
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