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2/11/18

[Reseña libro] Nos vemos en el cosmos de Jack Cheng: El espacio sideral entre un niño y su valentía

Escrito por Jack Cheng, este libro nos cuenta la historia de un niño de 11 años llamado Alex quien tiene un perro llamado Carl Sagan y que su sueño es construir un cohete para mandar su iPod de oro al espacio estelar. Nos vemos en el cosmos es un libro apto para todo público, desde niños de 9 años.


Desde principio a fin, el libro está separado por grabaciones que hace Alex en su iPod, ya que cada una de ellas va dirigida a seres inteligentes a millones de años luz, que podrían escucharlas. Así como lo hizo Carl Sagan, su héroe, con las Voyager 1 y 2, mandando sus vinilos de oro, con los Sonidos de la Tierra.

Lo que comienza con un sueño y una pasión por la astronomía, permitirá a Alex conocer a un mundo de personas y ha recorrer no solo un viaje hacia el cosmos, si no que hacia sí mismo. Una introspección entrañable y por momentos frágil.

La lectura de Nos vemos en el cosmos es muy amena, con el pasar de las páginas uno como lector ya se acostumbra a que Alex, siempre hablando en primera persona, haga un resumen de los acontecimientos cada vez que conoce a alguien o cuando debe poner al día a su hermano.

Son estos descubrimientos, caídas y buenos momentos, los que nos tienen a la espera de qué ocurrirá ¿Podrá Alex encontrar la verdad sobre la muerte de su padre? ¿Podrá construir un cohete que llegue más allá de lo conocido? ¿Hay alguien escuchándolo? ¿Cómo suena un hombre enamorado?

La prosa de Cheng es muy delicada, la mayor parte del tiempo es la voz de Alex la que nos va guiando por su travesía y que por momentos nos toma desprevenidos cuando la valentía y determinación de Alex nos levantan en el aire.

Es una lectura amigable que es perfecta para jóvenes que recién estén comenzando a leer, a la vez que es una ojeada revitalizante para nosotros los lectores que ya llevamos cientos de historias en nuestro corazón.

Es recomendado para los lectores de Wonder, Pax y Un Monstruo viene a verme. No veo por qué no este libro pueda ser una lectura compartida entre padres e hijos/hermanos/perros.

Por Constanza Lobos

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