Cuando lees Rascacielos crees que ya lo sabes todo sobre la nueva película de La Roca: Dwayne Jhonson hace cosas de Dwayne Jhonson en un edificio súper alto y salta desde una grúa a una ventana. Fin. Pero no. Estás equivocado. Rascacielos es todo eso multiplicado al mil por ciento.
Es decir, efectivamente es La Roca haciendo cosas de La Roca: hay disparos, explosiones, hazañas imposibles para un humano común y corriente (e incluso algunas que desafían la biología y la física y toda regla conocida). Y sí, es todo en un edificio muy, muy alto (el más alto del mundo), pero los efectos especiales y las formas de mantener la tensión están tan bien articulados que supera las expectativas de una película de acción.
Dwayne Jhonson es un exmilitar (FBI, rescate de rehenes, etcétera) que pierde una pierna en una misión. Le dan una baja por enfermedad y debe dedicarse a labores menos extremas, como evaluar bienes raíces para que las aseguradoras les den pólizas. Así es como llega a evaluar La Perla, el rascacielos más grande del mundo. Es tan grande que incluso puede albergar una pequeña ciudad en su interior, con parques y otras cosas cool. Para revisar el edificio, él y su familia se trasladan a vivir en el mega-edificio… y pasa lo que tiene que pasar: un equipo de súper terroristas viene a quemar todo y ¡boom! La Roca tiene que entrar a como de lugar para salvar a su esposa y a sus dos hijos.
Todo lo anterior a una altura de más de cien pisos, sin escaleras ni ascensores (porque el fuego, obvio), mientras la policía lo persigue porque creen que es parte de la banda que está haciendo todo esto. Y encima, tiene que hacer todo con una pierna ortopédica y contrarreloj porque el fuego se va a consumir todo si no se apura. Y está solo, claramente. No hay equipo de apoyo.
Si les gustan las películas de acción (y/o La Roca), esta es la suya ¡No se queden sin verla! Les recomiendo, de todas formas, que vayan a Imax. Vale mucho la pena porque la pantalla extendida (y el sonido envolvente) son buenos compañeros de las escenas de vértigo. Lo cual no es tan bacán para alguien que le tiene miedo a las alturas (como yo): la sensación de “me voy a caer, me voy a caer, me voy a caer” es REAL ¡Que no se la cuenten! E incluso, aunque si se la cuentan no importa, vaya igual: más que una película es una experiencia.
Por Adriana Villamizar
