El nuevo reinicio para King Kong llega en un momento muy distinto al que tuvo que enfrentar Peter Jackson en su remake del 2005. La manía por crear franquicias rentables a gran escala añadió un nuevo integrante con Godzilla (2014), y conocíamos que el plan sería aún mayor. Kong: Skull Island viene a ser el segundo paso para acercar más el regreso de estas criaturas enfrentándose a muerte, aunque lo hacen de manera sustancialmente opuesta en el tono. Si Godzilla es oscuridad, Kong se ve como el lado luminoso de las cosas. Y la comparativa no es injustificada, ya que profundizando en sus bases, nos damos cuenta de que comparten las virtudes en su cinematografía que destacan a los verdaderos protagonistas de estas historias, y en este caso se reduce a la maravillosa Isla Calavera.
Jordan Vogt-Roberts dirige ésta película eficazmente ambientada en los años 70 y con un cast realmente de lujo: Brie Larson, Tom Hiddleston, Samuel L. Jackson, John Goodman, Thomas Mann, Shea Whigham, y más. Por las obvias necesidades narrativas de explotar al personaje, la historia original del 1933 de Kong escalando un edificio y “muriendo” a punta de disparos es cosa del pasado. Con la posibilidad abierta de hacer algo diferente, que la ambición esté tan suavizada da buenos aires al ambiente, lo que trasciende todos los aspectos de la película. La presentación de nuestros protagonistas y la posterior incursión a la isla se caracteriza por la buena onda, y el uso de la música es tan constante como aliviador. Incluso, pese a la destructiva y excitante presentación de un Kong furioso, se sigue siendo consecuente a lo liviano del asunto. Lejos de ser un defecto, es aplaudible que el desarrollo fluya sin las concesiones que cambian el rumbo de la película; es consecuente de principio a fin. Aun así, no deja de caracterizarse por la controlada pero efectiva tensión en las escenas de acción, equilibradas por supuesto a la belleza que nos presenta la vida prehistórica en la isla. Y allí viene el punto importante, demostrando el cuestionado rol de los humanos en una película de monstruos. No es novedad que los personajes tengan un desarrollo nulo y bastante predecible, y si nos fuéramos un paso más allá, el conflicto en sí tampoco nos entrega grandes sorpresas, especialmente en el último acto. Pero a diferencia de los errores de Godzilla, acá los personajes sí están bien afinados a cumplir el rol que se espera de ellos, y no es más que potenciar a cada criatura y fundamentalmente al mismo Kong (Samuel. L. Jackson Y John Goodman destacan). Desde las más cautivantes a las más aterradoras, la película es una ex