Iván Monalisa Ojeda es el escritor detrás de los trece relatos que narran su vida en el universo travesti de las calles de Nueva York. En un spanglish lleno de frescura y descaro, la Monalisa recorre pasajes de recuerdos que revelan la realidad de las transexuales latinoamericanas que trabajan con clientes en las barras.
La voz íntima y franca de Monalisa se transmite en su prosa. Por momentos podemos estar conteniendo la respiración cuando ella habla sobre su paso por la cárcel y de sorpresa nos encontramos riendo. Teniendo en mente que lo que ocurre no es ningún chiste, si no que es el talento del autor el que logra evocar una brisa ligera en una situación compleja; ese es el humor de la Monalisa.
Lo único que se compara con la figura fierce y enternecedora de Monalisa son sus compañeras; las historias de sus amigas y de otras de las que solo escuchó o vio en la ciudad. Son locas duras como se menciona en el libro, saben el peligro de ser transexual en Nueva York, por lo que una nueva víctima de asesinato no causa la conmoción que debiera ser.
El estilo de Monalisa recuerda al de Lemebel, una soltura desmedida que solo refleja el vivir diario de quien escribe. Algo que nunca dejé de pensar fue lo visual que es la escritura de la biuty queen. Todo lo que leía me lo imaginaba, esas calles oscuras o el baile al final del último cuento. Las risas, los tonos de voz, los rostros de las diferentes biuty queens y sus historias, sus pasados. El encanto de ellas puede ser visto como ensoñaciones cercadas por la pesadilla terrenal.
A medida que se continúa leyendo, entristece saber que son solo un poco más de 100 páginas las que componen la última obra de Monalisa. Si hubiera tenido 300, 500, 1000 y más las habría leído con gusto. La sinceridad y afecto de la pluma generan una conexión, un secreto cómplice. Un significado de compañeras que traspasa las páginas del tiempo y espacio.
Por Constanza Lobos
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