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9/07/18

[Reseña cine] La esposa (The Wife): Cuando el cine es mucho más que cine

Corta: La Esposa cuenta la historia de una mujer casada con un escritor (Es decir, de una esposa) que es nominado al premio Nobel de Literatura por su trayectoria artística. Sin embargo, el evento que debiera ser una gran alegría familiar, no es tan feliz para todos como se esperara. Todo lo contrario, sus vidas –la imagen que proyectaron durante mucho tiempo a otros e incluso a sí mismos- empiezan a caerse a pedazos. Eso, omitiendo todos los detalles que podrían spoilear la película, es La Esposa, protagonizada por Glen Close (maravillosa e inigualable, Glen Close).


Es una película de amor: de amor y feminismo. O sea, no es solo acerca de amor romántico. Del amor de una esposa por su marido. Ni por el rol que como mujer está socialmente llamada a cumplir en su familia, sino acerca del amor propio. El amor que una mujer debe tenerse como mujer en orden de poder sobrevivir y las contrariedades que, al darse cuenta que la cultura en que está inmersa no le permite ser quien ella quiere y necesita ser, van surgiendo. Una especie de rebeldía emocional; de explosión de emociones contenidas.

Cinematográficamente, en mi humilde opinión, es una obra maestra. No solo la actuación de Glen, elegante y tan increíblemente realista, sino la de Jonathan Pryce (el esposo) que te hace quererlo, odiarlo, interpretarlo, justificarlo y odiarte al mismo tiempo. La dupla, como es de esperar, lleva toda la película hasta el límite del autoanálisis. Ellos son una pintura de lo que nosotros podríamos llegar a ser.


Los diálogos están armados con pinzas, la música está escogida con gusto, la fotografía es simbólica, y aún así, la intencionalidad de la película es una insinuación de crítica ¿Hasta dónde tiene la mujer la culpa de convertirse en una sombra? ¿Hasta dónde tiene el marido la culpa de permitirlo? Son preguntas que quedan volando y que dan tema para discutir su buen rato.


¿Recomendada? Recomendadísima. Para ir sin sueño, sí, porque no es particularmente rápida; Para ir sin penita porque, bueno, tiene sus cosas tristes (nada muy grave… nótese el muy); Para reflexionar sobre el papel que las mujeres ocupamos en la sociedad moderna; Para entender el que ocupaban nuestras madres y sus madres en una época donde esta película hubiera sido solo una representación del amor y sacrificio que se supone estaban obligadas a realizar sin importar quiénes quisieran (y estuvieran llamadas) a ser.


Por Adriana Villamizar

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