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8/05/18

[Reseña libro] Madariaga y otros cuentos de Marcelo Mellado: La heroicidad del Chile neoliberal

Madariaga y otros cuentos es el último libro de Marcelo Mellado, que nos confirma el ingenio de su pluma y la tenacidad con que narra las aventuras o aconteceres de sus protagonistas. El libro se divide en tres partes: la primera consta de siete cuentos protagonizados por Madariaga, y la segunda nos entrega once relatos de diversas temáticas, pero que confluyen en una palabra y espacio: la marginalidad en Chile. Al final, y como tercera parte o bonus, aparece el cuento “La república del Canelo”, una historia de pugnas entre piratas mapuches e independentistas chilotes, ambientado en el siglo XIX.


Lo de Mellado es una escritura que converge en la puesta en escena de personajes marginales, que si bien no son los marginales de Nicomedes Guzmán de Manuel Rojas, sí están al borde, en un espacio neoliberal como es el Chile de hoy en día. Y esto último nos da una pista de lo que ocurre en este libro. Su autor, nos muestra la cara de un Chile que incomoda, nos enoja y nos duele. Tanto así, que los personajes de la segunda parte del libro, encuentran en la naturaleza un horizonte de expectativas y salvación.

A partir de las aventuras de Madariaga, un colectivero oriundo de San Antonio vemos cómo el país de este protagonista y que también es el nuestro, es un espacio que reúne a los mafiosos dirigentes pesqueros, funcionarios públicos depravados, de los que Madariaga escapa, persigue o vigila, según la misión que le sea encargada. Arriba de su Lada, emprende rumbo a los lugares que sean necesarios para desarticular la corrupción local, cueste lo que cueste. En este sentido, no es necesario que tenga una capa o super poderes para luchar en contra de la política corrupta de nuestros tiempos.

Lo interesante de este libro no son solo las hazañas de Madariaga, quien se construye como un héroe local e impetuoso, un tipo bondadoso pero también pillo, sino que también es la posibilidad de que sujetos comunes y corrientes puedan combatir las injusticias de esta ciudad gótica. Si es utópico o no esta lucha, no es el meollo del libro, pues al menos Madariaga nos demuestra que sí se puede, y eso hace sentir esperanza frente a una realidad desolada.

En un comienzo, los otros cuentos del libro parecieran no estar conectados con los relato. Sin embargo, se enlazan con nuestro colectivero por la visibilidad que Mellado le da a los pillos y malhechores de poca monta, que encuentran su lugar en las páginas de esta obra. Y, también, se relacionan con esos políticos que aparecen como antagonistas de Madariaga al inicio.

Así, Marcelo Mellado nos muestra una cruda realidad: la de aquel que sale a trabajar todos los días, temprano a ganarse las monedas para comer de manera digna y justa, y que sueña con combatir la corrupción de quienes tienen más privilegios, que han sido obtenidos a través de la corrupción. Al final de cuentas, el héroe que se construye en estas páginas responde a su contexto, un Chile neoliberal y corrupto.

Frente a esta realidad ponzoñosa, están quienes combaten, los que se retiran, y los que ganan; todos ellos conviven en la imaginación de Mellado y son puestos a prueba en estas páginas. Sin duda, su lectura y trama no los dejarán indiferentes.

Por Belén Gajardo

5/14/17

[Reseña libro] Desastres naturales de Pablo Simonetti: Indescriptiblemente real

Se murió Ricardo y con él se fueron un montón de conversaciones inconclusas, de preguntas, de lugares vacíos que Marco no llena. Un accidente vascular gatilla los recuerdos: en los hijos descansa la esencia de los padres. Padres que son huesos. Padres que acurrucan desde la tumba. Padres que irrumpen como un desastre natural


Pablo Simonetti es, quizás, uno de los mejores escritores chilenos vivos. Como Marco, el personaje principal de su última novela (Desastres naturales), es ingeniero civil. El ganador del concurso nacional de cuentos Paula con Santa Lucía (1997) y autor de una de las tres novelas más vendidas de los últimos quince años, Madre que estás en los cielos, produce ahora una obra de arte: Desastres naturales.


Es una pieza de arte sí, pero no de aquellas que se exhiben en la repisa de los libros. No. Es una pieza para disfrutar en la calle con el viento golpeando la cara a riesgo de ser mirado con extrañeza por sonreír, por llorar, por impresionarse. Desastres naturales emociona como escuchar la historia no dicha de un amigo querido que por fin logra ser sincero. 

Emociona por lo humano. Humano en la complejidad de la palabra: porque Marco es contradictorio, injusto y sensible. No es perfecto, no hizo todo bien. A veces lo sabe, a veces no. Marco es muy real. Tan real como Ricardo, su padre y como Susana, su madre: equívocos, pero coherentes; tangible como sus hermanos que son predecibles en algunos momentos y un enigma en otros. 

La historia está contada en raccontos que tienen como eje a Ricardo: su vida, su relación con sus hijos, su fábrica de metales, su esposa y Marco. Marco es el narrador en primera persona, cuyo nombre –quizás no casualmente- aparece solo llegando al final del libro… pero tampoco es un spoiler que se sepa desde antes. 

Por un lado, la novela es una extensa metáfora entre las etapas de quien narra y los desastres naturales ocurridos en Chile desde la década del ’60. Un terremoto como la descomposición del mundo se corresponden casi con el nacimiento del personaje; la erupción volcánica con su despertar sexual y el reconocimiento de atracción hacia los hombres; un aluvión con el inicio del final de su vida con Ricardo. Irse de Chile y sus desastres es abandonar el esquema. Por otro lado, los desastres también tienen su paralelo con su relación con su padre: la erupción es el momento de mayor cercanía entre ambos (el hombre que apunta el camino) y el aluvión, con la conversión del hombre de empresas es un viejo enfermo.

¿Por qué leerlo? Porque es maravilloso. Es una novela redonda, sin cabos sueltos. Es compleja, pero amena de leer. Es sincera. Entristece, alegra, da rabia, ansiedad, desilusión. Permite la empatía. Quizás muy explícita en lo que a sexo se refiere, aunque no es innecesariamente explícita. 

Nota spoiler-no-spoiler: José Pedro Godoy es el artista, ilustrador de la portada del libro y a quien está dedicada la novela. Quizás les hace sentido esta nota después de leerla.

Por Adriana Villamizar

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