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10/03/19

[Reseña cine] Guasón (Joker): La risa más dolorosa

Si hablar de esta película es difícil se debe al riesgo de entrar por la senda equivocada. El revuelo que está causando la supuesta incitación de la violencia en el cine suma un nuevo capítulo con el estreno de Joker, de Todd Philips, pero esta vez las cosas parecen más peligrosas que nunca. Profundizar y victimizar a un villano como este puede incitar a lecturas equivocadas, como también despertar voces que harán todo lo posible por buscar responsables de un momento delicado, especialmente en Estados Unidos. La discusión no deja de ser necesaria, pues el impacto que puede generar una obra artística de esta envergadura es, por lo menos, desafiante. Pero si algo nos ha enseñado el cine, es que las cosas pueden hacerse muy mal, o muy bien, y Joker no solo demuestra estar en el lado correcto, sino que en el necesario.


En Arthur Fleck (Joaquín Phoenix) recae todo el peso de una sociedad enferma. Él es un comediante frustrado que vive de manera precaria con su madre, luchando por obtener dinero trabajando como payaso, pero con la principal dificultad de poseer un trastorno que le impide dejar de reír. Desde el momento en que descubrimos los abusos por parte de una Ciudad Gótica violenta y carente de oportunidades, entramos rápidamente en el verdadero trasfondo que tiene esta película, y ese está mucho más cercano a un drama desolador que a una película de superhéroes. Incluso, si se quisiera comparar con la tremenda Logan (2017), allí hay mucho más de esos códigos que en Joker. No obstante, es destacable que la película entre de manera tan precisa y coherente en el universo de Batman al que pertenece, lo que no consta de simples guiños, sino que forma parte central de la trama.


Los lectores de cómics tendrán una visión mayor de lo que significa este villano, pero el cine no nos había dado una mirada tan profunda de sus orígenes. Esta es la oportunidad aprovechada de darle una nueva adaptación al personaje, y de paso, mandar un mensaje claro con esta carta anticapitalista. La responsabilidad de los poderosos en la creación de estos fenómenos suele ser algo común en el mundo de los superhéroes, pero nunca lo vimos en estos niveles de crudeza. No es extraño sentirse abrumado, conmovido y hasta contrariado tras salir de ver Joker, cuando el terror del discurso llega a transformarse en una fantasía poética y perturbada. Hay belleza en una tragedia monumental como la narrada en este drama que no se guarda nada, y aquí la importancia de Joaquín Phoenix es insuperable. Su versión del ‘Joker’ es impresionante, oscura como nunca, y sin salida. Mientras en el pasado hemos visto el poder del Joker, aquí veremos una caída que llega a herir. No solo por la caída de un personaje que es capaz de generarte empatía, es la caída de un sistema que representa el horror en el que deambula la sociedad actual. Lo complejo va en la falta de moralidad llevada al límite, ya que hablar de Arthur Fleck como una víctima que justifica los actos de violencia, con tal grado de grandiosidad visual y sonora, tiende a desviar los méritos propios de una película extraordinaria.


¿Es Joker una celebración de lo peor de nuestra sociedad? Más bien diría que es un funeral lleno de sangre. Creer que una película bien dirigida y cercana a un tema del que queremos escapar es una ofensa a las víctimas, es sesgar el verdadero llamado. Todd Philips pasó de dirigir comedias a este otro extremo por una necesidad de plantear una respuesta a la falta de comedia en nuestras vidas; ese es Arthur Fleck, y esa es la responsabilidad que se busca visibilizar. Joker no tiene temor a explicitar su violencia, tampoco teme a que el personaje goce de una épica que pueda ser cuestionable, en especial durante el último acto. Esa confrontación es lo que la hace tan única, e indudablemente un quiebre que marca un antes y un después en el cine de superhéroes. The Dark Knight (2008) también fue un quiebre en su momento, pero la diferencia es que en esa oportunidad se hablaba de cine. ¿Le hace mal a Joker que la discusión esté tan fuera de mero aspecto cinematográfico? Es difícil asegurarlo, pero no pondré en duda que la película tiene los méritos para merecer ser llamada una obra maestra, e indudablemente una de las mejores películas del año. Lo demás, quedará en la conversación.


Por Andrés Leiva

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